jueves, 1 de octubre de 2009

Cuatro Poemas de Attila Józseff





Poeta húngaro nacido el 11 de abril de 1905. Publica por primera vez a la edad de 17 años (Mendigo de la Belleza). Considerado “el gran poeta proletario”, József, se ha convertido en una de las voces más importantes en de la literatura modernista húngara. Su obra poética está constituida de los siguientes libros: Mendigo de la belleza 1922, No soy yo quien grita 1925, No tengo ni padre ni madre 1929, Derriba el capital, no protestes, 1931, Noche en el arrabal, 1932, La danza del oso, 1934, Duele mucho 1936.

I No soy yo quien grita

No soy yo quien grita: es la tierra que ruge.
¡Cuidado! ¡Cuidado! ¡El diablo ha enloquecido!
Escóndete en el fondo limpio de los manantiales,
fúndete al cristal de la ventana,
ocúltate tras los fuegos de los diamantes,
bajo las piedras, entre los insectos,
escóndete en el pan recién salido del horno,
oh, tú, pobre, mi pobre.
Con el fresco aguacero fíltrate en la tierra.
Es inútil que sumerjas tu rostro en ti mismo
cuando sólo puedes lavarlo en otros ojos.
Se la delgada arista de una brizna
y serás más grande que el eje de este mundo.
¡Oh, máquinas, pájaros, frondas, y estrellas!,
nuestra estéril madre pide a gritos parir.
Querido amigo, cariñoso amigo,
puede resultarte terrible o maravilloso, pero
no soy yo quien grita, es la tierra que ruge.

II Corazón Puro

No tengo ni padre ni madre,
no tengo ni patria ni Dios,
no tengo ni cuna ni sudario,
no tengo ni sombra de amor.
Hace tres días que no como
siquiera un pedazo de pan.
El poder de mis veinte años
se lo venderé al mejor postor.
Y si nadie quiere comprármelo
al diablo se lo ofreceré.
Robaré, puro el corazón,
y, si es preciso, mataré.
Seré atrapado y luego ahorcado.
La santa tierra me cubrirá
y la fatal hierba crecerá
desde mi hermoso y puro corazón.

III Mis queridos Amigos

Mis queridos amigos que aún recuerdan al loco,
ahora les escribo, aquí junto a la estufa
donde os recuerdo mientras el frío de la noche
de noviembre ha venido a mezclarse en mi alma
a esta lenta tristeza que apenas se disuelve.
Amigos, recordadme, y no sólo entre risas,
pues viví entre vosotros y un día me quisisteis.


IV Fugaces Recuerdos (*)

Fugaces recuerdos, ¿en dónde desaparecisteis?
Mi corazón, pesaroso, quiere echarse a llorar.
Ya no puedo vivir sin vosotros.
Lo que mis manos tocan no toca ya mis manos.
¿Acaso no soy digno de jugar otro poco?
¡Frágiles mariposas, venid, volad aquí!
Fugaces recuerdos, soldaditos de plomo
que tanto anhelé otrora
y cuyas bayonetas supe enderezar
¡Turcos, bóers, venid, rodeadme aquí!
¡Oh, cañoncitos, formad las baterías!
Tan pesaroso está mi corazón... ¡Ay, defendedme!

(*) Esta poesía fue escrita tres días antes del suicidio del poeta bajo las ruedas de un tren.

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